Médicos y ángeles

Reproduzco del blog de Quirúrgica Cirujanos Asociados, un equipo de cirujanos con auténtica vocación de ángeles, la columna traducida al castellano que en el 2011 escribió en el periódico ‘Ara’ la periodista Tatiana Sisquella, recientemente fallecida de cáncer, porque expresa de forma clara y muy emotiva la verdadera esencia de la medicina clínica.


«Un médico, en general, es un experto en alguna parte de tu cuerpo. Hasta aquí, todo normal. Lo que ya es más sorprendente es encontrarte con un médico que tiene ángel. Estos también tienen la carrera de medicina, llevan bata blanca y hacen mala letra, pero, a diferencia de los demás, se definen por cómo te hablan, cómo te miran y cómo te tocan.

Un médico con ángel es una persona que cura antes de comenzar el tratamiento, es un doctor que escucha y se deja sorprender por tus preguntas. Cuando te habla lo hace imaginándose que él es el paciente y no da por sabido ni obviado nada de lo que te puede inquietar. No se cansa de contestar los mismos interrogantes y siempre encuentra un momento para hablar de algo que no es el motivo de la visita. Los médicos con ángel no dicen mentiras, pero saben cómo potenciar las buenas verdades. Tienen un criterio exquisito a la hora de plantear los tratamientos y siempre encuentran una silla por algún rincón para sentar a todos los acompañantes. Si te han de hacer una exploración, se preocupan por si tienen las manos frías y si te han de leer un diagnóstico lo acompañan siempre con un dibujo o una metáfora bien cotidiana, para que todo el mundo lo entienda. Son médicos que recuerdan tu nombre de pila antes de mirar la ficha y no miran el reloj a pesar de trabajar en la Seguridad Social. Suelen saber no sólo los nombres de las enfermeras, sino también cuántos hijos tienen, si el marido está en paro o si han ido a Venecia de vacaciones. Incluso los hay que, si es necesario, dan su teléfono personal para cualquier cosa, sea para una duda o un consuelo.

Yo, que soy paciente de larga duración, reconozco la diferencia sólo poniendo un pie en la consulta. Con pocos minutos sé si he encontrado un médico o un ángel. A todos les doy la enhorabuena. Y a mis ángeles también les envío un beso.»

Benditos sean.