Lactancia materna: ¿a demanda o programada?

Al objeto de responder a esta cuestión, el pasado año, Anne Fallon et al. publicaron una revisión Cochrane realizada con el propósito de evaluar los efectos de la lactancia a demanda respecto a la programada o mixta1. Para ello, los investigadores revisaron los ensayos clínicos registrados del Grupo Cochrane sobre el embarazo y el parto, y las bases de datos CINAHL, EThOS, Índice de Tesis y ProQuest, así como las evidencias de 1998 de la Organización Mundial de la Salud de apoyo a los «Diez Pasos para una Lactancia Exitosa».
Desafortunadamente, los autores no encontraron ningún estudio que reuniera criterios de calidad suficientes para ser incluido en la revisión; y en lógica consecuencia, concluyeron que “esta revisión demuestra que no existen pruebas de ensayos controlados aleatorios que evalúen el efecto de la lactancia materna controlada por el lactante comparada con la lactancia programada (o mixta) para una lactancia adecuada en recién nacidos sanos, por lo que no es posible establecer conclusiones al respecto”. Hasta ahí nada que objetar.
Lo sorprendente, sin embargo, es que, acto seguido, los autores añaden: “se recomienda no realizar cambios en las guías de práctica actuales sin realizar estudios de investigación sólidos adicionales que incluyan muchos modelos de lactancia materna y no se limiten a la lactancia materna controlada por el lactante y la lactancia programada”. Pero, ¿en qué quedamos? ¿Hay o no hay conclusión? ¿En qué base empírica se basa esta recomendación? ¿Qué ensayo clínico la sustenta? Está claro que ninguno.
Veamos. Por un lado tenemos una práctica, la lactancia programada que según observa la Asociación Española de Pediatría “se inicia con cambios introducidos a mediados del siglo XX, junto a la incorporación de aspectos antropológicos en la práctica del amamantamiento la mujer al mercado de trabajo y el uso a gran escala de leches artificiales en el mundo industrializado y su posterior propagación a otras zonas menos favorecidas”2; es decir, no solo no se sustenta en ninguna evidencia empírica, sino que además de carecer de plausibilidad biológica, al parecer, siquiera tiene autor conocido. En contrapartida, la lactancia a demanda tiene autor, la naturaleza misma; y como evidencia empírica cuenta, nada más y nada menos, con los 230 millones de años de evolución exitosa con que contamos los mamíferos desde que el Thrínaxodon, un pequeño depredador de 30 a 35 cm de alto, aprendiera a amamantar. Y es obvio que si en el muy improbable caso de que durante este largo período de tiempo alguna especie de mamífero hubiera optado por dar de mamar a horarios convenidos, ya se extinguió.
La moraleja de esta historia es recordar que, por fortuna, el conocimiento objetivo, la ciencia, dispone de más recursos metodológicos solventes que los ensayos clínicos. Ni que sea por el bien de la medicina basada en la evidencia.
Por otra parte, cabe señalar que, el interesante trabajo publicado online el pasado mes de septiembre en la Gaceta Sanitaria por Madalen Oribea et al. no analiza este factor -lactancia programada vs. lactancia a demanda- como posible causa de abandono de la lactancia materna. Una lástima, porque puestos a formular hipótesis…
- Fallon, A. Baby-led compared with scheduled (or mixed) breastfeeding for successful breastfeeding. Cochrane Database Syst Rev. 2014 Jul 31;7:CD009067. doi: 10.1002/14651858.CD009067.pub2.
- Leonardo Landa Rivera. Aspectos antropológicos en la práctica del amamantamiento. Lactancia Materna: guía para profesionales. Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría. Monografías de la A.E.P. Nº 5 (2004).
- Oribea, M. et al. Prevalencia y factores asociados con la duración de la lactancia materna exclusiva durante los 6 primeros meses en la cohorte INMA de Guipúzcoa. Gac Sanit. 2015;29(1):4–9